Tiene poco más de una semana que no me acercaba a escribi. Hoy es una historia más. Hace precisamente poco más de una semana que tuve un accidente automovilístico. Razón por la cual surge de mi mente el título de este artículo: nada me detiene.
Eran las 6.00 am del día martes 18 de enero cuando salía de mi casa. ¿Alguna vez has pensado cuánta ingerencia tiene el destino en las cosas que realizas? Algunos hechos son realmente para asombrarte. Mi accidente se planeó desde el día domingo por la noche. Algo o alguién me orilló a estar preparado, y vaya de qué forma.
Antes de seguir con la narración, me transportaré a la noche del domingo, 16 de enero. Estaba semi dormido, cuando derepente sentí una conmoción: "Mi auto tiene problemas para encender y mañana lunes tengo una junta a las 6 de la tarde por Huixquilucan". Algo dentro de mi impulsó a mi instinto de conservación para buscar el lunes a las 6.oo am mi póliza de seguro. La encontré.
Y la cargué en mi portafolio durante todo el lunes, sin - afortunadamente - utilizarla. Regresando al 18 de enero, a la misma hora en la que dejé la narración, me encontraba con Marcel, un labrador chocolate de 6 semanas, dándole de comer a él y a Pancho, mi gato. Encontré en el patió huellas de su tan buena digestión y me entretuve limpiando por varios minutos. Se me hizo tarde.
Al salir y tomar la vía Aquiles Serdan, en un par de segundos, lo que parecía un día tranquilo quedó resumido en un tremendo golpe de defensa contra defensa, una sacudida de mi cuello ahora con collarín. Y seis autos averiados y una de las vías más congestionadas paradas. y yo salí.
6 horas en el Ministerio Público, tres días con la aseguradora, 15 días con collarín, y un mes y medio sin auto, y una semana y media sin escribir, son el saldo de mi accidente. Más de 26 mil mexicanos mueren cada año en aproximadamente 400 mil accidentes automovilísticos en las carreteras federales del país. En 20 años, los accidentes viales se convirtieron en la cuarta causa de mortalidad; los jóvenes, las principales víctimas.
Y aunque me duele al voltear, y aunque me duele al tratar de ir a un lado sin necesitar el transporte colectivo, no dejo de pensar que la vida puede pasar en un momento. Éste tipo de cosas son para las aseguradoras el peor momento. El más feliz es cuando tratan de hacer hasta lo imposible por lo que te prometieron sea lo mínimo. Tu previsión es su negocio y tu accidente su peor desgracia. o ¿Tu qué piensas?
La vida es en sí un experimento...
Mauricio Martínez R.
mau_76@hotmail.com
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