miércoles, 29 de diciembre de 2004

Con la boca abierta... muy abierta

Y me encontraba ahí... indefenso, acostado en una muy delgada superficie. Y estaba prácticamente sin poder hacer nada. Mientras, sentía como sus manos trabajaban diestramente, se introducían, trabajaban unos segundos, para luego salir por un instante para volver a entrar y retomar una nueva área de su atención... Grité hacia mis adentros “Dios”... en verdad con ganas de apretar los dientes.



Sí, adivinaste... acudí al dentista de mi colonia. Hacía un mucho tiempo que no iba a uno. Y realmente no fue la experiencia como lo pintan en los comerciales o en las películas: fue peor.



Realmente es difícil experimentar algo en cabeza ajena, no por nada el refrán sigue teniendo una enorme valía, basta preguntar a los egresados de universidades y maestrías que no por tener el papel, quiera decir que sabes hacer lo que dice, y como muchos empresarios y/o reclutadores, piden: necesitas experiencia.



Y estar ahí sentado me la dio. Experiencia para saber que un dentista en una colonia puede ser privilegiado. No por nada, a tres minutos de haber entrado, llegó una pequeña con su madre las cuales le suplicaban al dentista le extrajera una muela a la pequeña, porque el dolor era insoportable. Lamentablemente llegué primero. Y no es por ser malo, es una simple regla del mercado: atender al primer cliente que llegue.



En fin, la consulta duró ¡una hora! Trabajó duro, se esmeró, mis dientes y los nervios debajo de ellos, y los nervios mucho, pero mucho más debajo de ellos lo resintieron. Embate tras embate, jalón tras jalón, mililitros tras litros de baba, en fin, con sus manos dentro de mi cavidad bucal, valieron la pena: una gran sonrisa blanca y sin rastros de impurezas.



La consulta costó 600 pesos. Por una hora de su esfuerzo, de su experiencia y por supuesto de su know how. Si él realizara 10 limpiezas al mes tendría 6000 pesos de ingresos. La extracción de la muela de la pequeña tendría un costo de 150 pesos. O sea un 75% menos que mi limpieza de dientes, porque el esfuerzo que implica la extracción es menor. Aunque estoy 100% seguro que el alivio que una extracción de muela proporcionaría a esa niña vale 1000% más de la satisfacción que tengo yo, ahorita, por mi blanca sonrisa.



Se dice que hacen falta más dentistas, y es verdad. Pero también hace falta que más personas se interesen en cuidar de su sonrisa. Si pudiera haber mayor mercado, es muy probable que esto impulsara a que hubiera más dentistas y con ello los precios serían más competitivos. Es una fórmula que no está lejos de la realidad. Mientras yo me quedaré sonriendo, y te pregunto o ¿tú qué piensas?



La vida es en sí un experimento...

Mauricio Martínez R.

mau_76@hotmail.com

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